Tenzin Wangpo – El entrenamiento de la mente. Instrucciones clave para una transformación en la vida diaria.

El equipo de Bodhi Path France ha querido poner a su disposición una enseñanza impartida por acharya Tenzin Wangpo el 14 de febrero de 2020 en Irún (País Vasco español) sobre el tema del Entrenamiento de la mente (lojong). Tenzin Wangpo se apropió de esta fecha del día de San Valentín, una fiesta romántica, como hilo conductor y la extendió al amor de una forma más general y vasta: ecuánime, abierto e incondicional.

Como la enseñanza fue dada oralmente, el texto fue ligeramente revisado por escrito por nuestro equipo de traducción. Hemos tenido cuidado de mantener el significado de lo que dió Tenzin Wangpo, sin embargo pedimos disculpas por los errores que hayan podido deslizarse durante esta etapa del trabajo.

El texto, dividido en varias partes, se compartirá en las próximas semanas en forma de cuatro newsletters.

Esperando que esta enseñanza pueda ser de beneficio para todos, le deseamos una buena lectura.

¡Feliz día de San Valentín!

Parece que el tema del que vamos a hablar esta noche, el lojong, está realmente relacionado con el día de San Valentín y de cómo celebrarlo, cómo entenderlo.

El verdadero propósito del día de San Valentín es ser conscientes de nuestra afinidad con nuestros seres queridos. Podemos tomar conciencia de nuestra mutua presencia, una presencia que no requiere palabras; simplemente estar presentes el uno al otro, en silencio. A pesar de ello, esto emite una forma de sonido; genera una buena sensación.
Puede tratarse de nuestros amigos, de nuestros seres queridos, de nuestra familia, de todos aquellos que forman parte de nuestras vidas… Cuando compartimos esta presencia, sin palabras, simplemente al lado del otro, sentimos algo especial, es perceptible.

Pensemos en nuestros amigos cercanos, con los que sentimos una fuerte sentimiento de intimidad, una gran simpatía. A medida que nos damos cuenta de este sentimiento, vemos que es algo muy especial. Es incluso más fuerte que la música. Por supuesto, la música es algo maravilloso, pero aquí podemos saborear esta otra forma de música, una música interior. Cuando se está completamente en silencio, abierto al otro e inmerso en el momento presente, se puede escuchar realmente, es la melodía de su presencia.

Si permanecemos conscientes a esta apertura, también podemos experimentar nuestros propios sentimientos, lo que está pasando en nuestras mentes. Nos damos cuenta de este sentido de apertura.
Cuando nos abrimos a los demás, compartimos nuestros sentimientos, compartimos nuestra vida, ofrecemos nuestra sonrisa y nuestra maravillosa forma de ver el mundo. Todo esto sucede cuando estamos abiertos a alguien.

Esta apertura es, por lo tanto, la parte la más importante. Es como abrir nuestra ventana.  (Ilustración: Alexandra González - intérprete)

Esta apertura es, por lo tanto, la parte la más importante. Es como abrir nuestra ventana.
Si estamos abiertos, del mismo modo que una ventana, dejamos entrar la luz y el aire fresco de forma natural, sin tener que producir o forzar nada.
Si estamos presentes con apertura a lo que sucede en alguien, un sentimiento de cuidado y atención, un sentimiento positivo surgirá naturalmente en nosotros. No hay nada que forzar, nada que aprender.

Es como cuando vemos a un cachorro y nos abrimos a él. Tan pronto como adoptamos a un cachorro, inmediatamente le abrimos nuestro corazón. A partir de entonces, nuestro sentimiento de cercanía crece, lo cuidamos sin vacilar. Sucede naturalmente, sin que tengamos que aprender nada. ¡A nadie se le ocurre hacer una búsqueda sobre ¡ »cómo querer a mi cachorrito »! Desde el momento en que elegimos adoptarlo, cuando lo aceptamos a nuestro lado, nos preocupamos por este nuevo amigo. Desde esa misma noche, si le oímos hacer ruidos al dormir, nos preocuparemos por él. Esto sucede naturalmente.

Un cuidado vigilante y una presencia atenta se dan poco a poco, de forma espontánea.De manera espontánea aparecerá poco a poco un cuidado y una presencia atenta. Esto causa una impresión más clara y ligera en nuestras propias mentes. Si nos quedáramos aislados en un lugar oscuro, todo lo que tendríamos que hacer es abrir la ventana para dejar entrar el aire fresco y la luz. De la misma manera, este sentimiento de cuidado que nace en nosotros es un vector de claridad y frescura.

Quand il s’agit de la pratique méditative, cette qualité d’ouverture est aussi très importante. (Illustration : Tenzin Wangpo)

Cuando se trata de la práctica meditativa, esta cualidad de apertura también es muy importante. Es una de las bases para el desarrollo del amor bondadoso.

Encontrar esa apertura es también encontrar un espacio en el que relajarse. Ofrecemos a nuestra mente un momento de descanso respecto a los diferentes conceptos y juicios que surgen. Es como ese primer momento de un encuentro, cuando nos quedamos en la apertura en lugar de seguir aquello que se elevalo que surge. También es darse cuenta de que este nuevo individuo con quien me encuentro, él o ella, se parece a mí.

Entonces, nuestra mente está menos ocupada construyendo categorías, pensando en términos de « bueno » o « malo », y podemos liberarnos de todas esas etiquetas que son como casillas en las que solemos meter a las cosas o a las personas.

Al contrario, abordamos las situaciones con más sencillez, sin preocuparnos por la edad, el sexo, etc. Cuando se vive este primer momento de encuentro con este pensamiento de igualdad, es la forma más fácil y relajada de establecer contacto.
No estamos preocupados un mar de pensamientos y conceptos.

Estar así relajados nos permite también sentirnos cómodos.
Dentro de nosotros mismos, más allá de lo que les suceda a los demás, la sensación de apertura permite una cierta fluidez. Dondequiera que estemos y en cualquier tipo de compañía, experimentamos una cierta comodidad y podremos sentirnos cercanos a los demás.

Estas son cosas que la mayoría ya conocemos, por supuesto. Sin embargo, podemos ponerlos en práctica y entrenarnos en ellas. En este primer momento de encuentro, recordemos que somos fundamentalmente los mismos.
Al igual que yo, él o ella también quiere el mayor confort y atención posibles. De la misma manera, ambos deseamos estar libres de sensaciones desagradables. Todos tenemos eso en común. Si podemos darnos cuenta de esta similitud fundamental, entonces nos sentimos más cercanos al otro, más cómodos y todo se vuelve más fácil.

De esta manera, se podrán alimentar todas las buenas conexiones, amistades y relaciones armoniosas.

En general, podemos tomarnos a nosotros mismos como testigos. Puedo ver lo mucho que me preocupo por mí mismo, cómo instante tras instante me preocupo por mi comodidad y mi felicidad. Este es el mejor ejemplo porque tengo acceso directo a mi propia experiencia, conozco mis propios sentimientos. A través de esto, puedo entender que los demás no son diferentes de mí. Aunque no tengamos la misma edad, cultura o religión, poco importa. A un nivel muy fundamental somos verdaderamente idénticos. Al entender que esta preocupación básica es también la preocupación de todos los seres, podemos sentirnos conectados, independientemente de las características de cada uno. La edad, el origen cultural o la religión no son factores determinantes. A través de nuestros sentimientos y nuestra forma de pensar o percibir, podemos fácilmente establecer una conexión más allá de las diferencias.

Descubrimos entonces que, somos nosotros mismos quienes creamos todas estas categorías, . Creamos todos estos conceptos, las diferencias de género, las diferencias culturales y las diferencias religiosas. Las convertimos en conceptos y alzamos así un muro frente a la ventana de nuestra mente. Así es como construimos, muro tras muro, el baluarte de nuestras diferencias. Nos impide vernos los unos a los otros. Incluso antes de ver a la persona, vemos su cultura o religión Pero esto no es lo que realmente somos.
En las enseñanzas búdicas generalmente decimos que, la mente es como el espacio. Sin embargo, estos diferentes conceptos la pueden volver limitada y muy estrecha.

También es importante tratar de destruir estos diferentes conceptos y vernos ante todo, de humano a humano. (ilustración : Alexandra Gonzalez)

La práctica meditativa nos permite liberarnos poco a poco de los diversos conceptos que cruzan la mente. Así marcamos una pausa en nuestros juicios de bien y de mal. Equivale a quebrantar todos nuestros muros. El estado de absorción meditativa es permanecer de esta manera, la mente en sí misma, ilimitada.

Sin embargo, no se trata sólo de la meditación, sino también del tiempo que tenemos entre las sesiones, en nuestras relaciones interpersonales. También es importante tratar de destruir estos diferentes conceptos y vernos ante todo, de humano a humano. Solamente así podremos conocernos de verdad y experimentar este encuentro con el otro.

De hecho, todas las cosas como la cultura, la religión, etc. son realmente aspectos muy importantes de nuestra existencia, que dan estructura a nuestra vida pero que no deben obstruir nuestra ventana. Necesitamos muros de carga pero no tabiques delante de las aberturas.

Necesitamos cultura, es un hecho, pero esa cultura no debería bloquear la magnífica vista que se ofrece frente a nuestra ventana. Abriendo las ventanas, podemos disfrutar de una vista sin obstáculos, de un paisaje maravilloso. De la misma manera, de humano a humano, hay tantas bellas cosas por ver. Las ventanas están ahí para permitirnos descubrirlas y apreciarlas.

Así que hoy es un día muy importante, el más maravilloso día del año. ¿Por qué? Porque hoy es el día en el que tenemos la oportunidad de sentir y el tiempo de tomar conciencia de la cosa más preciosa en este universo, que está dentro de nosotros mismos. Tenemos esta oportunidad, hoy mismo, de tratar de experimentarla dentro de nosotros, de verla, de sentirla, la oportunidad de volvernos conscientes de ella.

Sin todas estas cosas tan bellas que llevamos dentro, la vida no sería más que un desierto. Sin embargo, a través de nuestros sentimientos de amor puro y de bondad pura, se crea un jardín en nuestras vidas. Cada gesto de cuidado, cada atención comprensiva, todo ello conforman las flores que embellecen nuestra existencia, en cada momento, día tras día. Sabéis, sin todo esto, todo no sería más que desierto.

Hay que saber que el amor del que hablamos aquí no es un amor egoísta que parte de la preocupación por uno mismo y que podría confundirse con el apego. En efecto, el apego es algo que viene de uno mismo, que proviene de nuestro propio deseo: « Lo quiero, o la quiero ». Si no se satisfacen esta sed y esta necesidad de atención, nos sentimos tristes y, si conseguimos lo que queremos, aún queremos más.
El amor, por su parte, comienza con los demás; deseamos su felicidad. Las palabras utilizadas en tibetano (jampa) y sánscrito (maitri) apuntan a esta idea.

Si ponemos en práctica esta noción de jampa – de amor bondadoso – en nuestras relaciones de amistad o con nuestros colegas de trabajo, nos damos cuenta de que esto trae más comodidad y felicidad en nuestras vidas y en la de los demás.

Este estado mental tiene un cierto poder en sí mismo. No es de la naturaleza del sufrimiento, al contrario, genera en nosotros una forma de calor, una forma de bienestar. Cuando experimentamos amor bondadoso, se dice que a nivel físico todas las células de nuestro cuerpo sienten la presencia de este estado de ánimo. Para nosotros es ya algo muy positivo.

Generalmente, nuestras sesiones de meditación comienzan con la recitación de estos cuantos versos: semchen tamche dewa tand dewéi gyu tan denpar gyur chik. Se refieren a esta igualdad fundamental entre todos los seres, en nuestro deseo común de comodidad, cuidado y amor. Este pensamiento no se limita a los seres humanos, sino que incluye a todos los seres vivos, hasta el más pequeño insecto. Al tomar conciencia de que todos somos iguales en esta búsqueda de la felicidad, podemos permanecer, aunque sea por unos cuantos segundos, en la apertura de un amor más allá de todos los límites.

Esta meditación es en realidad muy poderosa. Si podemos desarrollar este estado de ánimo cada mañana, por ejemplo durante 10 o 15 segundos, será algo maravilloso.
Literalmente, esta frase significa: « Puedan todos los seres conocer la felicidad y las causas de la felicidad ». Al conectarse profundamente a este deseo, nuestra mente experimenta un estado de respiro, libre de las complicaciones del ego, liberada de los pensamientos dirigidos hacia nuestra propia comodidad y la tendencia habitual a preocuparse por lo que los demás piensan de nosotros, de nuestra imagen. Las preocupaciones y los juicios se desvanecen por sí mismos en esos pocos momentos en que orientamos nuestra mente hacia un amor universal. Entonces compartimos este amor, como una flor, con el universo entero. Cada mañana es una nueva oportunidad de celebrar el día de San Valentín.
No hay nada que pueda verse con los ojos, pero el amor bondadoso, jampa, tiene un poder muy grande. No es algo material que podríamos observar con un microscopio. Sin embargo, tan pronto como estamos presentes a este estado de amor puro, la mente está respaldada de una fuerza extraordinaria
En sus enseñanzas, el Buda habló del poder de la mente. Enseñó que los elementos más pequeños que componen la materia, invisibles a simple vista, están dotados de un inmenso poder. De la misma manera, aunque inmaterial, la mente tiene un poder increíble.
Creo que el poder de la compasión y del amor, el poder de una mente absorta en tales meditaciones, tiene una fuerza inconmensurable.

¡Feliz día de San Valentín! Cada momento es un feliz día de San Valentín.

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Ilustraciones:
Acharya Tenzin Wangpo : partes 2 y 4 & Alexandra Gonzalez (interpète) : parties 1 y 3